28.1.09

El Gordo y el "Flaco"

Recordar algo viejo siempre te saca una sonrisa. Es así. Sin ir más lejos, el lunes en casa del Chochán pegamos un asadito, tranquilo, entre él y yo. Como previa compramos una picadita con queso, jamón, salchichita criolla, las infaltables aceitunas (verdes siempre) y pan. Obviamente, como no podía ser de otra manera, acompañada por una excelente Quilmes. Sin hablar durante media hora, y mirándonos cara a cara mientras la comida desaparecía de la mesa, la sensación de placer mutua fue increíble. Sólo era la entrada. Luego llegó lo mejor: un vacío bien blandito y unos choricitos, esos, los que te hacen eructar de la mejor manera dándote el orgasmo de tu vida y te deja listo para decirle a una chica “holaaaaaaaaaaaa” (con el vientito incluido) ¡qué lindo!
Pero momento. Antes que se haga el asadito conversamos, con la panza a medio llenar, sobre cómo desaparecieron un montón de tonteras. Y el primer ejemplo que tiré (la segunda Quilmes ya estaba en la mesa y el olorcito a asado comenzaba a sentirse) fue qué pasó con la denominación “Video Clip”. ¿Por qué ahora nadie llama así a los videos de música? ¿Es muy chino decir esa palabra? Pablín, agarrándose la cabeza, replicó: “¡Noooooo, mirá lo que te acordaste!”. Risas de mi lado y del suyo. Así, la primera evocación al pasado se esfumaba, como la segunda cerveza. ¡Que se venga la tercera! Y vino nomás. Ya helada, ella llegó en el momento justo para el asado. Nuevamente el silencio. Sólo se disfrutaba el sabor (el bajón lo hacía mucho más rico). Entonces, las preguntas regresaron: “¿Qué pasó con las presentaciones de los boliches?”, tiró el Gordo. “No te acordás lo que eran”, siguió, emocionado, a lo Fidel Nadal. “Encima tenías en varios idiomas”. Por supuesto comenzamos a nombrar los que ponían las mejores intro. ¿Quién no habrá esperado hasta las 3 ó 4 para entrar a bailar, sabiendo que a esa hora el DJ arrancaba la conga, justamente con una presentación, donde la mayoría de las veces terminaba con “Five (5), four (4), Three (3) two(2), One (1)”. ¿O me equivoco?
En síntesis: Gran noche tuvimos con el Gordo (yo soy el "Flaco" eh) Como si fuera poco, con postre incluido: dos poderosas barras de Bon o Bon. Excelente. Espero que se repita, al igual de cómo estoy repitiendo todavía los chorizos.

21.1.09

Cantaniña

Ana mira y aprende. De a poquito, con toda la curiosidad del mundo, empieza a conocer la música. Sus primeros cantitos ya se oyen por el departamento. La canción elegida es una que, justamente, fue de mis preferidas de chico. La repite una y otra vez, con una vocesita tierna, que dan ganas de comerla. No hay forma: la nena crece a pasos agigantados. Y sus ojitos color de cielo hacen iluminar mis días. Dentro de un par de años, allá fuera, en algún lugar, conocerá su destino. Mientras tanto, su piel de caramelo será el dulce más rico que su papá, tal vez un poco niño, pueda pedir.

16.1.09

Respirar Buenos Aires

El azul oscuro de la noche, lentamente, comienza a transformarse en celeste. El sol, de menor a mayor, acompañado por un cálido viento, se aproxima a la ventana del séptimo D de calle Montevideo. Un leve pero molesto ruido suena. Proviene de una guardería. ¿Lo bueno? Funciona como despertador. “Buenos días, Buenos Aires. Hay que salir a tomar aire”, digo. Y lo hago. Es mi último día
Un placentero recorrido por Capital me espera. Ya hice todas. Pero Avenida Corrientes es mi destino final; y el obelisco, el objetivo principal. Pero me desilusiono. Grande al pedo, lo observo. No me interesa mucho, entonces, sigo. Los 33 grados pegan sobre mi cuerpo. Poco me importa. Pero sí al que está a la par mía: Gonza. Con una BERMUDA (pocos entendemos el chiste de por qué “BERMUDA” con mayúscula), remera azul y llantas -que sólo a él le gustan- cambiamos el rumbo y partimos a Palermo. Busco a Martín, pero en vez de eso me encuentro con unos bosques alucinantes y flashantes.
Feliz, vuelvo con una sonrisa a donde comenzó todo: el departamento. Tengo que bañarme, cambiarme y emprender viaje a Tucumán. Pero antes, una última parada: el Coto. El Súper que me vio entrar durante 10 días de 6 a 8 de la noche. Y como no podía ser la excepción, como todas las veces que fui, el ruido “tiri ri, tiri ri” del despertador que venden en la puerta, me atrapa.
Una vez adentro, junto con Gonza, compramos alto bajón (o sea ¡señoras hamburguesas!) y regresamos al 7D de Montevideo al 500. Comemos. Luego, llega el otro de la historia: Alfred. Estuvo ocupado con un hombrecito de trompetita toda la tarde, pero tiene tiempo para despedirme. Lo hace. Como buenos amigos, los dos me acompañan hasta Retiro. Lloro. ellos lloran. Todos lloramos (algunos de alegría) Así, parto contento. Y mi cabeza sólo piensa en lo hermoso que fue Buenos Aires: sus edificios, su gente, su modernidad, su antigüedad… todo. Fueron unas espléndidas (me convierto en una gorda rubia) vacaciones. No me puedo quejar. Por suerte, y después de mucho tiempo, volví a respirar Buenos Aires.

2.1.09

Bs As, allá voy

Listo. Me voy. "Me viene", grita una piba que corre apurada al baño. Me fui. Buenos Aires me espera, iluminada, como el chico que llega iluminado. Serán 7, 10... 15 días, no lo sé. Pero sí estoy seguro que mi cabeza se calmará un poco, como así también mi cuerpo de este Tucson maldito. Además, bah, lo mejor, volveré a juntarme con amigos que partieron a la ciudad de la furia en busca de un excelente futuro. Todo incluido en el combo. Sí, al precio de uno. Gran forma de arrancar el 2009, que espero, sea de puta madre. Bueno, no los aburro más, son vacaciones. Y como tal, hay que disfrutarlas. Ojalá tengan un tremendo comienzo de año todos los que hicieron el aguante leyendo, dejando sus comentarios y hasta dándome ánimos en los malos momentos. Gracias. Mil gracias. No me extrañen. Yo no lo haré. Este post se autodestruirá en dos semanas. Mientras tanto, Bs As, allá voy...