23.6.10

Contá conmigo

Uno, dos, tres, ¿quién te crees? ¿Crees que podés hacer lo que querés? No te equivoqués, me conocés y sabés lo que soy capaz de hacer. Basta de joder, ¿me entendés? Sí, a vos, Juan Manuel. ¿O me vas a decir que escribir te hace bien? Uno, dos, tres, dale, arriba, vamos para adelante y sacá ese pasado pensante. Aprendé a entender que sólo se vive una vez. Descargarse, a veces, hace bien. Seguí con tu forma de ser, no cambiés que algo mejor está al caer. Ey, pero no te apurés. Uno, dos, tres, se me hizo tarde otra vez. Caminante no hay camino, delirante no hay delirio. Ay, María Delirio, qué recuerdos y qué buenos vinos. Uno, dos, tres, crecé, Juan Manuel. Ok, lo haré, pero hasta aquí llegué con el uno, dos, tres que me da la suma de seis. The end, ahí se ven.

21.6.10

Al final, la vida sigue igual

Ahí está, firme, dispuesto a salir adelante. Su corazón no pasa por su mejor momento. Lo dejaron. Pero él, se la juega y va. Camina con la cabeza alta, aún sabiendo que por atrás lo persiguen recuerdos que no quiere olvidar. De pronto, se detiene. Y a lo lejos, la ve nuevamente. Piensa en el fondo de su interior cómo pasó todo. Intenta buscar, como a un juguete perdido, la forma de comprender lo que pasó. Se acerca y la saluda. Fría, ella hace lo mismo. Y en ese instante, sale de la boca de él todo lo que repensó una noche mientras hacía ñoquis, bien redonditos y de ricota. “Estás cambiando más que yo”, le dice. “Asusta un poco verte así. Pero cuanto más alto trepa el monito, así es la vida, el culo más se le ve”, le afirma, dejándole en claro todo lo que ella cambió en este tiempo. Sin embargo, no dice nada, sólo lo mira; él, en cambio, espera alguna réplica. Pero nunca llega. Decide, así, seguir por el camino del principio. Un camino que empezó a encontrar después de recibir un rotundo no en reiteradas oportunidades del amor que él pensó que sería para siempre. Al final, la vida sigue igual.