
Ahí está, firme, dispuesto a salir adelante. Su corazón no pasa por su mejor momento. Lo dejaron. Pero él, se la juega y va. Camina con la cabeza alta, aún sabiendo que por atrás lo persiguen recuerdos que no quiere olvidar. De pronto, se detiene. Y a lo lejos, la ve nuevamente. Piensa en el fondo de su interior cómo pasó todo. Intenta buscar, como a un juguete perdido, la forma de comprender lo que pasó. Se acerca y la saluda. Fría, ella hace lo mismo. Y en ese instante, sale de la boca de él todo lo que repensó una noche mientras hacía ñoquis, bien redonditos y de ricota. “Estás cambiando más que yo”, le dice. “Asusta un poco verte así. Pero cuanto más alto trepa el monito, así es la vida, el culo más se le ve”, le afirma, dejándole en claro todo lo que ella cambió en este tiempo. Sin embargo, no dice nada, sólo lo mira; él, en cambio, espera alguna réplica. Pero nunca llega. Decide, así, seguir por el camino del principio. Un camino que empezó a encontrar después de recibir un rotundo no en reiteradas oportunidades del amor que él pensó que sería para siempre. Al final, la vida sigue igual.
7 comentarios:
Pedazo de gil, los hombres no lloran. Así das lástima!
Rauuuuuuul (brum brum)
Nadie llora, amigo. Al contrario. Se te extraña, "uruguayo" del éxito, ja.
Escuchaste la frase.."yo te lo dije"? Te advirtieron que esto iba a pasar. Lo hubieras pensado antes.
Sabes que...? DUDO y casi Confirmo, Que Vos... Te la jugues...
¡Qué triste, Juan!
Nunca te jugaste por nada
Chicho...qué lindo!y qué triste...
Publicar un comentario