26.2.12

Dentro de mi corazón


Quizás Ana jamás lea esto; tal vez, en algún momento de su vida, alguien le cuente que hace un tiempo su papá le escribió sobre su bisabuela. Sabrá entonces que cuando tenía cuatro años, una señora chiquitita, de piel blanca y con unos ojos azules hermosos, se fue al cielo en silencio para transformarse en su ángel de la guarda, y desde arriba poder cuidarla.
Entenderá también que su papá, si bien nunca le habló mucho de ella, amaba a esa señora de nombre Meris. Porque sólo él, en su interior, sabía perfectamente el cariño que le tenía, pero no se animaba a contarle a los demás. Se lo guardaba muy dentro suyo.
Y así Ana averiguará, por qué no, que quien escribe fue uno de los últimos en escuchar la luchada respiración de esa preciosa señora, que amaba las cosas dulces y tiempo atrás supo cocinar como nadie en el mundo las comidas más ricas en aquella vieja casa de la calle Salta.
Sabrá que Juan, su papá, frunció durante todas estas palabras los labios para no dejar escapar más lágrimas de las que ya derramó pensando en su abuela una noche silenciosa de febrero.
Porque Ana, a esa altura, entenderá que la vida está llena de momentos; buenos y malos. Y cuando tocan los peores hay que salir adelante. Por eso comprenderá que este desahogo de Juan, que le tocó ver llorar a su mamá por su mamá, lo hizo más fuerte. Porque se animó a escribir esto y lo compartió. Dejó guardado en palabras el enorme cariño que le tenía a su abuela. Y si bien ella ya no está físicamente, el recuerdo permanecerá dentro de su corazón y en la memoria de él por siempre, como esa mirada profunda de aquellos enormes y azulados ojos, al cual tuvo el placer de heredar de esa persona hermosa llamada Meris. Mi abuela; su bisabuela…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuerza Chicho..

el gordo dijo...

Hermoso, chichen...

Marcia dijo...

Juan: Seguí animándote a compartir lo que sentís, a desahogarte porque hay mucha gente que te queremos y siempre estará dándote fuerza y apoyo.
No existe ninguna duda que, quienes se nos escapan al cielo, siguen en nuestro corazón eternamente y siempre habrá una sonrisa que nacerá de gratos recuerdos, del recuerdo más simple, cómo el sabor de aquellas comidas y otras simplezas más que la hizo única a Tu Abuela...
Fuerzas y a seguir adelante que Ella seguirá en tu corazón, en tus recuerdos, en tus iguales ojos y los de tu hermosa Anita....
Te Quiero Mucho.

IvaNoe dijo...

Me emocioné mucho al leer esto, cuesta mucho dejar ir a los abuelos...nos llevan casi toda nuestra infancia con su partida..."la casa de la abuela" es algo así como una leyenda cuando les contamos a los hijos las travesuras y los momento compartidos ahí.. Juan, solo te conozco por tus escritos y descubro que hay una hermosa persona detrás de cada historia que compartís. NO DEJES NUNCA DE ESCRIBIR.