16.1.09

Respirar Buenos Aires

El azul oscuro de la noche, lentamente, comienza a transformarse en celeste. El sol, de menor a mayor, acompañado por un cálido viento, se aproxima a la ventana del séptimo D de calle Montevideo. Un leve pero molesto ruido suena. Proviene de una guardería. ¿Lo bueno? Funciona como despertador. “Buenos días, Buenos Aires. Hay que salir a tomar aire”, digo. Y lo hago. Es mi último día
Un placentero recorrido por Capital me espera. Ya hice todas. Pero Avenida Corrientes es mi destino final; y el obelisco, el objetivo principal. Pero me desilusiono. Grande al pedo, lo observo. No me interesa mucho, entonces, sigo. Los 33 grados pegan sobre mi cuerpo. Poco me importa. Pero sí al que está a la par mía: Gonza. Con una BERMUDA (pocos entendemos el chiste de por qué “BERMUDA” con mayúscula), remera azul y llantas -que sólo a él le gustan- cambiamos el rumbo y partimos a Palermo. Busco a Martín, pero en vez de eso me encuentro con unos bosques alucinantes y flashantes.
Feliz, vuelvo con una sonrisa a donde comenzó todo: el departamento. Tengo que bañarme, cambiarme y emprender viaje a Tucumán. Pero antes, una última parada: el Coto. El Súper que me vio entrar durante 10 días de 6 a 8 de la noche. Y como no podía ser la excepción, como todas las veces que fui, el ruido “tiri ri, tiri ri” del despertador que venden en la puerta, me atrapa.
Una vez adentro, junto con Gonza, compramos alto bajón (o sea ¡señoras hamburguesas!) y regresamos al 7D de Montevideo al 500. Comemos. Luego, llega el otro de la historia: Alfred. Estuvo ocupado con un hombrecito de trompetita toda la tarde, pero tiene tiempo para despedirme. Lo hace. Como buenos amigos, los dos me acompañan hasta Retiro. Lloro. ellos lloran. Todos lloramos (algunos de alegría) Así, parto contento. Y mi cabeza sólo piensa en lo hermoso que fue Buenos Aires: sus edificios, su gente, su modernidad, su antigüedad… todo. Fueron unas espléndidas (me convierto en una gorda rubia) vacaciones. No me puedo quejar. Por suerte, y después de mucho tiempo, volví a respirar Buenos Aires.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Un bajón chichen, esperaba que me cuentes cosas interesantes y divertidas que de seguro, en diez días fueron un motón. Me parece que te pegó mal tener que volver, pero te aseguro que tucson tiene cosas buenas para vos, espero que el próximo post esté más divertido y entretenido, penete las pilas.

Anónimo dijo...

La foto está muy buena y me mata la cara de goma de gonza, jajajaja

Anónimo dijo...

Gracias por mencionarme, che, jajaj. El Halcón se vengará de mi cuando juegue contra ¿A?tlètico proximamente, jejje. Todos chistes sanos, eh

Abrazo

Anónimo dijo...

Qué lindo es Buenos Aires, Chichem. Yo también ando de visita por aquí. Me alegro que hayás descansado. Un abrazo, vieja.

Gaby Baigorrí dijo...

Amigo! De vuelta por aquí. Ojalá estés bien y hayas descansado la cabeza. Mil besos

Anónimo dijo...

EXCELENTE !!!!!
CINTY

Anónimo dijo...

Como siempre: "alto relato".
Lo siento en mis fosa nasal derecha (la otra la tengo tapada... resfrio de mierda).
Ahora, a ponerse las piletas compadre! Abrazo grande!
Ahí te ves!!!

Hipotálamo dijo...

Io no ioro más y si se quiere ir que se vaia...