
31.5.09
Sé que no sé

26.5.09
Mesa de galanes
14.5.09
Observatorio

O el caso contrario. Un hombre, con una tremenda rubia platinada (morocha de nacimiento) paseándose de la mano, y de pronto nunca falta el ¡señor! colectivo, o el auto con el grupito de amigos que gritan: “Chivoooooooooooooooooooooooooooooooo” Ojo, a este Don también le sacan una sonrisa, aunque por dentro se quiere cortar las bolas. Obvio que la mina ni parpadea, pero, como el caso anterior, por dentro se recontra mea de la risa. Son pequeños detalles que uno observa al caminar. Y más en un día de llovizna.
4.5.09
Viernes 13

Los hijos del buen hombre se habían perdido tiempo atrás. El, decidido, los buscó por tierra y por mar, sin éxito alguno. Hasta ese viernes. Un viernes 13. Ese mediodía gris, donde las gotas lloraban desde el cielo anunciando que algo malo iba a pasar, pasó. Encontraron al pequeño Juan, en un callejón, junto a su hermana María Fernanda, abrazados, con los ojos cerrados y con marcas en sus manos. Así estaban los dos niños, de tan solo 9 y 10 años. Alguien había hecho algo malo. Horrible. Sin nombre. Los gritos desesperados de Doña Angela, la mamá, que llegó al lugar en el momento que el buen hombre avisó, eran desconcertantes. Como la mirada perdida de él. Habían asesinados a sus hijos, sin causa alguna.
Los años pasaron pero el mal recuerdo quedó por siempre. El buen hombre nunca más fue el mismo. Como así también el pueblo, que no supo encontrar al culpable de la horrible tragedia en el callejón de aquel viernes 13.
PD: ¡Por Dios, qué al pedo que estoy! ¡Y el asesino no es Jason!
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