17.6.09

Ignorancia

Un pluscuamperfecto de barbaries llegó con una historia nueva. Historia que nació en Chicligasta, ciudad natal de Braulio. Moreno de piel, ojos color café y pelo enrulado, este pibe, un poco panzón, nunca había hecho nada de (y con) su vida. Un vago, en síntesis. Pero una tarde de lunes, en la que se puso las pilas, leyendo los clasificados halló su primer laburo. La pensó y la pensó. Seis horas tardó en deliberar con su mente del ser o no ser de la situación. Convencido, se presentó al lugar y, sin darse cuenta, la rompió en la entrevista. Su carisma había podido más que su impresentable facha.
El trabajo consistía en atender a los clientes en un salón de belleza femenino llamado “Con personalidad”. Debía dejar satisfecho a los consumidores. No fue fácil para él; le costó al principio, es cierto. Pero de a poco se adaptó y se convirtió, en unos días, en el más buscado por la clientela. Pero este pibe lo que no se imaginó, ni contó (ni siquiera con su astucia), que ahí, en ese lugar, conocería el amor a primera vista. Gorda por donde se la mire, medio colorada, pecosa y con un defecto al caminar, vio a la mujer más linda del pueblo: Clementina. Enamorado él, cada día que pasaba la observaba de pe a pa. Tenía la excusa perfecta para ir a trabajar. Y una tarde, sin darse cuenta, ella, requerida por varios paisanos, lo miró.
Tímido, esa mañana Braulio agarró coraje y se le acercó. Se miraron, se estudiaron y, en un pestañar, se gustaron. Presumieron al principio, como todos. Fue entonces que una noche de luna lunera, tras unos tragos poderosos de Blue Curacao (de huevo), se estamparon el primer beso. Romántico. Nada menos que en el baile de Flavio. El ambiente era el mejor: música del príncipe Ariel de fondo y unas luces de papel celofán, que decoraban la situación. Todo estaba dado. Y cuando decidieron escapar juntos, fue ahí que se armó la gorda. Solos uno al lado del otro, cariño va, manito viene, un poco de tiki tiki… ¿Y? ¡¿YYY?! Clementina tiró la frase que ningún hombre (incluido este redactor) quiere (ni debe) escuchar: “estoy indispuesta”. La luna, el baile, la previa, todo, pero todo se fue al carajo. Braulio se sintió tan bajoneado, como su amigo que se bajoneó en ese momento, que no quiso escuchar nada más de ella. Fue así que la saludó, bien machista él, con un beso cachetesco y se despidió del lugar, dejándola sola (bah, con Andrés) en esa cama a medio desarmar.
Al día siguiente no se supo nada más de Braulio. Dejó el trabajo sin previo aviso y hasta Chicligasta, lugar que lo vio nacer. En cuanto a Clementina, se dice, quedó destrozada. Pero lo peor de todo es que ella nunca pudo llegar a explicarle al pobre hombre, que eso, lo que le había sucedido esa noche, sólo duraba una semana. Braulio, lamentablemente, (shh, shh), nunca lo sabrá. Le pegaron donde más duele: la ignorancia.

7 comentarios:

Benja dijo...

Genial. Quedé sorprendido por tu fino humor, tu picardía en el relato. Es decir, siempre me sacaste una sonrisa, pero de esta manera vale doble. Por favor, no pares. Abrazo.

María Abraxas dijo...

Qué bueno, Chicho! Sin desperdicio. No me distraje ni por un segundo. Pobre Braulio, ché. Y pobre Clementina... En fin. Qué bueno leerte. Un abrazo.

Anónimo dijo...

jaja... grosso! como siempre. un abrazo, y un beso cachetesco, ja!

Diego Nofal dijo...

Buenisimo hermano que bueno que duela más la ingnorancia que el orgullo

Fran dijo...

Como Gardel, cada dia escribis mejor.

Un abrazo

Fran

Connie dijo...

Hola, paso a leer lo nuevito!
che pobre Clemen
:(
ojalá haya encontrado el amor...
x ahi mmmmm
jeje

bue sho sigo con la mía...
me voy a ver el 2do. time d racing-gimj :P

XOXO.
Connie (F)

Anónimo dijo...

Siempre tanta imaginación vos para escribir. No me gustaría pasar nunca por la situación de Braulio y Clementina..pobres!!! Aunq a veces pasa..y queda..
La verdad q como siempre..un genio en lo tuyo. Más vale q sigas escribiendo mucho más y no t pinte la vagancia, así nosotros podemos seguir leyendo cosas muy buenas chicho!!!!